atardece
son las cinco y veintitrés
de un lunes después
de un domingo de lluvia
y poco estrés.
lisandro canta
tan melanco como siempre
y hoy me gusta y no me duele
y me tomo un café con leche
en su compañía.
prendo un palo santo
uno de dos bolivianos
del mercado de las brujas
y pienso: le regalaría uno a él,
junto a otras tantas cosas.
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