¿podrías enamorarte de mis zapatillas
rojas astronáuticas?
para volar alto en el cielo
y ver muchas águilas guerreras
mientras te miro y como
helado de banana split bien cargadito
lleno de pedazos de chocolate
marrón como mis ojos
que te miran y piensan
que tus ojos verdes-rojos
de príncipe aburrido y encantado
son causa y efecto
de la condena eterna
que tenemos al privado
y volemos, volemos por los aires
que quizás nos convertimos
en dos helados vivientes
que chorrean sabores
y se comen entre ellos
vendo peugeot 405 gris
adentro viene:
una guitarra eléctrica
y una criolla machucada
un buen par de sábanas de boca gastadas
la discografía de zeppelin
los blé de silvio rodríguez
monster inc, la que nunca vimos
y ¿de quién es el portaligas?
un cajón de cerveza
una cajita de té
un boxer atigrado bebé
y comida, comida, comida
el fantasma de la nave robada
y el corazón de esmalte de ludwig
las teclas del piano de dos escoceses
un aro de coco
y un expansor
y si lo llevás ahora
de regalo:
un pasaje a donde el sol se pone en el mar
y un puñado de moras del kiosco
o un lunes en el parque avellaneda
y un morrón rojo tamaño grande
(no escucho ofertas de remate
ni arreglo con-fiado)
La teoría de que la realidad no existe, sino que es inventada por los seres que habitan en el mundo que la causa, es a mi gusto la princesa de las teorías. Fenómenos sociales que generan contextos sociales y de ahí las convenciones y las supuestas realidades, que son unas pero podrían ser otras. Interpretación, subjetividad y nada de obviedades: no hay esencias sino productos.
Pongamos, en este caso, que la realidad, cualquiera sea su naturaleza, sí existe y lo hace independientemente de lo que nosotros, ajenos a ella, podemos conocer. Conocer supone un estado de equilibrio que se perturba por la actividad de algo nuevo que se impone, y una vez incorporado, se vuelve a ese estado, pero reconstruído. El desequilibrio, creo yo, siempre es enriquecedor a largo o corto plazo.
Hay un sujeto que se llama Agustina y soy yo y hay un objeto que sos vos y tiene tu nombre. Ocupamos el mismo tiempo y el mismo espacio; las categorías de lo real nos tienen dentro de lo que somos posibles de conocer. Entonces, yo sujeto, recorto una zona de la realidad y la hago cognoscible. Esa zona sos vos, mi objeto de conocimiento, y tenés la capacidad de serlo sólo por la significación que yo te atribuí. Quiero conocerte. La observación pura no es una buena opción: la realidad no puede conocerse a través de la experiencia directa; no hay lecturas objetivas de la realidad. Te conozco por ejercer algún tipo de intencionalidad sobre vos y la acción se vuelve transformadora: te asimilo a mis estructuras y te modifico, y en ese mismo acto, también me modifico al acomodarse mis estructuras a vos. Estamos integrados y tenemos una relación absolutamente dialéctica. Interactuamos; entonces, ya no somos los mismos. Ahora te conozco y de algún modo vos también me conocés y nuestra realidad, si es que existe, ya es diferente.
Pero, por favor, pongamos que la realidad existe.
He aquí preámbulo estúpido
necesario para captar mi transición:
Congestión de horarios y rutinas,
organizaciones de autocontaminación,
urgencias ¿de qué? ¿para qué?
Horas pico,
dignas de coronarse odiosas
a la hora de mirar por la ventana.
Estructuras,
malditas tentaciones de mi mente,
pueden en este momento venirse abajo
que me harían un favor.
Psicoanálisis veloz
en procesos equívocos de autoterapia
paredes de facultad
que no hacen gracia alguna a mis facultades.
Listos, preparados, ya!
La corrida del reloj,
tachadas de días en el calendario,
soles que se apagan
¿mentes sucias?
y no saber si yo soy yo
o si soy vos
o quiénes somos.
Ve a volar, pulsión de muerte
que las esencias son siempre de autoconservación.
Sos imagen mentirosa en mi espejo
¿viniste de la televisión?
Nos veremos
luego,
más tarde,
en otra vida
o en esta vida
pero más luego.
Ahora no.
Metamorfosis.
Primera parte: Ahora yo.
Hola Agus, ¿cómo estás?
Feliz.
Hola arte de la alegría,
sonidos que hacen ecos y canciones en mí,
palabras que estallan,
que no se callan
porque tienen tiempo de ser eternizadas.
Hola Dorothy Simple,
cuántas petunias pisoteadas
¿sabe usted que Boston cerca está del Universo
y lejos de las Sociedades Ilimitadas?
Hola dos,
qué ropa blanca de heladero,
yo soy uno, cáncer de muerte vital
y chancho va con un te amo y tengo miedo.
Hola Dios,
uno corintios trece
del uno al trece
que se me haga carne y no body painting de la piel.
Lápiz y papel.
Lista ¿qué llevo?
Esto no, lo voy a dejar.
Podría guardar aquello,
quizás me sirve, para alguna cosa.
(Hay cosas que nunca sirven para nada
y de pronto sirven)
Destinos efímeros, eternos ¿qué importa?
Segunda parte: Ahora la vida.