poneme dios
poné medios
30 oct 2010
29 oct 2010
crónicas de la chigualús
A Luciano
ahuyento las moscas del palier de entrada
te toco el timbre, me lo acuerdo, ahora sí
te abrazo como si no te hubiera visto ayer
te digo hola, te digo tengo muchas novedades
te taladro la cabeza y me como todo el pan caserito
que compraste esta mañana ahí enfrente, en el lugar de los olores ricos
vamos a la pieza, te digo la luz no anda
te digo ah, cierto, cierto que siempre prendemos el velador
te reís porque soy tan idiota, siempre me olvido
te digo no pongas zep, no pongas onda vaga, vos ponés lo que querés
te digo no seas pomelo, basta, dame bola
te digo no pongas fútbol, bueno, sí, poné fútbol
te digo no pongas los simpsons, pero lo ponés y me río
te digo estoy triste mientras lloro y vos sabés por qué
te abrazo tan fuerte que puedo cerrar los ojos y verme en el norte
qué bueno que nos vamos, qué bueno que te conocí y nos vamos
te escucho hablar de tu hermano, de galeano
te dibujo un pentagrama en la pared con la desprolijidad de mi mano derecha
te digo luchi, luchi ¿por qué te dicen deforme?
¿qué podrías ser capaz de deformar?
te digo me voy, acompañame y ya estás poniéndote
las zapatillas sin cordones y la chalina rolinga y la campera de abuelo
te digo no entendés nada, te odio, mentira, te amo, te digo hasta mañana
me duermo y pienso
me despierto y pienso
te veo abajo del puente con tu paraguas rayado
y pienso ¿quién sos? ¿de qué lluvia te estás tapando?
yo no traje ningún paraguas, pero debería, debería
te digo no entendés nada, te odio, mentira, te amo, te digo hasta mañana
rewind
Hablaba de las tobilleras.
Abrí hoy un cuaderno y encontré algo de hace unos meses...
Hoy, un año y meses después, en esos pies que son los pies que yo besaba, me reencontré con tu tobillo y la pulsera enroscada en él. Supe que hiciste y no pude más que llorar y sentirme una tonta.
Abrí hoy un cuaderno y encontré algo de hace unos meses...
Hacía frío. El viento nos volaba el pelo (en aquel entonces los dos teníamos el pelo largo). Sacaste un sobrecito de tu bolsillo, lo abriste y me mostraste dos pulseras. Rojo y azul, no podía ser de otra manera.
Era ahí, ése era el lugar. El mar de noche, el mar tan nuestro, la luna de testigo, tan real y tan cursi. La luna era rosa, era media luna. Creo que sentí que casi la podíamos tocar.
Me arrodillé y te até la pulsera al tobillo. Elegimos los tobillos como un simbolismo a nuestro caminar juntos. "Te amo, para siempre". Después vos hiciste lo mismo. "Te amo, para siempre". Era nuestra promesa de amor (esas cosas que uno jura y perjura, ¿por qué? como si pudiéramos cumplir todo lo que juramos).
Pasó el tiempo. Meses, meses y más meses. La pulsera yo me la saqué. Nunca supe que hiciste vos.
Hoy, un año y meses después, en esos pies que son los pies que yo besaba, me reencontré con tu tobillo y la pulsera enroscada en él. Supe que hiciste y no pude más que llorar y sentirme una tonta.
27 oct 2010
terminé enredado en tu pelo otra vez
Menos mal que era tu persona la que se encontraba a la derecha de mi brazo. No podría haber dicho basta y llorar tumbada al lado de otro vago que no fueras vos, con esa cara de poca expresión y mi pelo enredado entre tus manos. Me conocés, sabías, sabías, estoy segura de que sabías que acto seguido al pucherito se me iba a piantar un lagrimón. No te pongas mal, me dijiste, y yo creo que pensé que si supieras todo lo que pasaba dentro mío no dirías algo semejante. Creo que te quedarías inmóvil o saldrías corriendo, cada cual actúa como puede frente a ese tipo de situaciones de shock emocional. De todas maneras estabas ahí, a mi costado, con tu silencio penetrante, inmune a mis palabras y rodeos.
¿Me puedo fumar un pucho? Se va a llenar de humo, pero bueno, dale, fumá, no me molesta. El humo se esparció en la habitación y yo pensaba que mis pulmones y mi corazón estaban igual de inundados de ese humo gris y con olor a humedad, y por algún motivo que desconozco seguía alimentándome de eso. Me contaste de ella. Te conté de él. Hablamos de nosotros. Una cosa, otra, otra y otra más. Hablamos sin parar de lo que fuera, hablamos porque no hay nada que sepamos hacer mejor que hablar. El gris se fue tiñiendo de algún color, un color clarito de luz apagada y televisor encendido, un color de muerte de noticiero, un color de compañía a pesar de toda barbarie. Un salto nos hizo volar y el agua nos inundó lavando toda humedad y todo desastre.
Supe al fin que era hora de ponerle forma a nuestro amor y hacer de las tobilleras, mitad perdida, mitad atada, la marca en nuestra piel, que casi podría ser la misma piel. Incondicional. Sin condición. Eso es. Amarnos incondicionalmente aunque las condiciones nos condicionen todo lo que planeamos alguna vez. Después de todo, planear, planear, son sólo planes. La vida es otra cosa, es una caja de sorpresas, yo diría como vos y vos dirías como todo tu maldito fútbol.
¿Me puedo fumar un pucho? Se va a llenar de humo, pero bueno, dale, fumá, no me molesta. El humo se esparció en la habitación y yo pensaba que mis pulmones y mi corazón estaban igual de inundados de ese humo gris y con olor a humedad, y por algún motivo que desconozco seguía alimentándome de eso. Me contaste de ella. Te conté de él. Hablamos de nosotros. Una cosa, otra, otra y otra más. Hablamos sin parar de lo que fuera, hablamos porque no hay nada que sepamos hacer mejor que hablar. El gris se fue tiñiendo de algún color, un color clarito de luz apagada y televisor encendido, un color de muerte de noticiero, un color de compañía a pesar de toda barbarie. Un salto nos hizo volar y el agua nos inundó lavando toda humedad y todo desastre.
Supe al fin que era hora de ponerle forma a nuestro amor y hacer de las tobilleras, mitad perdida, mitad atada, la marca en nuestra piel, que casi podría ser la misma piel. Incondicional. Sin condición. Eso es. Amarnos incondicionalmente aunque las condiciones nos condicionen todo lo que planeamos alguna vez. Después de todo, planear, planear, son sólo planes. La vida es otra cosa, es una caja de sorpresas, yo diría como vos y vos dirías como todo tu maldito fútbol.
26 oct 2010
groupies del des-amor
decía mi hermano
vos sos hippie
vos te vas a casar en un vivero
y yo imaginaba groupies del amor
fumando porro
que decían sí, quiero
¿cómo no se iban
(cómo no sé, ivan) a olvidar
de quién estaban enamorados?
drogado uno ama a cualquiera
lo importante es hacerlo
sin estar drogado
sin estar drogado
25 oct 2010
un meollo waltz for marguie
sentada en su lugar que no era el suyo
quería estar sobre esas piernas
que una vez fueron asiento
de la magia de sus dedos sobre el piano
miraba por la ventana
y la claridad del mediodía
golpeaba sus ojos y sus hojas
llenas de palabras nada
¿qué sería la vida
sino caminar aunque no se sepa dónde?
quería volver atrás pero allá
no había nada
era un atrás vacío porque
lo que pasó, ahora está pasando en otro lado
y acá, se dijo a sí misma,
debe haber vida
y sonrió
quería estar sobre esas piernas
que una vez fueron asiento
de la magia de sus dedos sobre el piano
miraba por la ventana
y la claridad del mediodía
golpeaba sus ojos y sus hojas
llenas de palabras nada
¿qué sería la vida
sino caminar aunque no se sepa dónde?
quería volver atrás pero allá
no había nada
era un atrás vacío porque
lo que pasó, ahora está pasando en otro lado
y acá, se dijo a sí misma,
debe haber vida
y sonrió
sabali
Cherie, je m'adresse à toi, avec toi, cherie la vie est belle, avec toi, cherie, ca c'est pour la vie, cherie, je te fais un gros bisou, je te fais un gros bisou, je t'embrasse fort
http://www.youtube.com/watch?v=FnRwVx1XZvk&feature=fvsr
http://www.youtube.com/watch?v=FnRwVx1XZvk&feature=fvsr
24 oct 2010
23 oct 2010
miguel ramón cáceres
para mí se llama toto garcía
no, no, para mí miguel
¡cáceres!
sí, sí, cáceres
miguel ramón cáceres
está como perdido
¿ves que tiene hombros contraídos?
se parece a la mona giménez
tiene un aire, algo de la mona
¿será fiestero?
para mí que tiene facebook
y es fiestero
para mí es el tío soltero
no, no, soltero no
para mí tiene a su gorda, a la doña
se llama dora
y hace panqueques para todos
y miguel ramón cáceres
trabaja de operario
¿ves que tiene esos zapatos?
operario en una fábrica 24 hs por día
y miralo, son las seis y media
y está esperando el bondi
con los hombros contraídos
y ojeras que le llegan hasta el cuello
(era miguel, no manuel
era la cerveza subida a la cabeza)
no, no, para mí miguel
¡cáceres!
sí, sí, cáceres
miguel ramón cáceres
está como perdido
¿ves que tiene hombros contraídos?
se parece a la mona giménez
tiene un aire, algo de la mona
¿será fiestero?
para mí que tiene facebook
y es fiestero
para mí es el tío soltero
no, no, soltero no
para mí tiene a su gorda, a la doña
se llama dora
y hace panqueques para todos
y miguel ramón cáceres
trabaja de operario
¿ves que tiene esos zapatos?
operario en una fábrica 24 hs por día
y miralo, son las seis y media
y está esperando el bondi
con los hombros contraídos
y ojeras que le llegan hasta el cuello
(era miguel, no manuel
era la cerveza subida a la cabeza)
21 oct 2010
im-pulsión
puedo ser muy masoquista
disfrutar de tus no
y llorar un día entero
o puedo ser muy estúpida
y no entender tus señales
y registrar tus mentiras
o puedo buscarte de aburrida
para ver una película
como si no pasara nada
o puedo ser una desolada
triste sin vos
y sentirme una idiota
puedo darte mil días y mil noches
o puedo no darte nada
pero te llamo y no atendés
y tengo ganas de pegarme un tiro en la frente
y decirte en sueños cada noche cual fantasma hiriente
hasta siempre, mi amor, hasta siempre
y que llores encogido como un niño abandonado
y nunca más puedas borrarme
de tu mente, de tu alma y tu pasado
y te arrepientas de haberte ido
te arrepientas como nunca nadie lo hizo antes
y me visites en la tumba con la culpa entre las manos
y yo en la foto te sonría y te diga
hasta siempre, mi amor, hasta siempre
disfrutar de tus no
y llorar un día entero
o puedo ser muy estúpida
y no entender tus señales
y registrar tus mentiras
o puedo buscarte de aburrida
para ver una película
como si no pasara nada
o puedo ser una desolada
triste sin vos
y sentirme una idiota
puedo darte mil días y mil noches
o puedo no darte nada
pero te llamo y no atendés
y tengo ganas de pegarme un tiro en la frente
y decirte en sueños cada noche cual fantasma hiriente
hasta siempre, mi amor, hasta siempre
y que llores encogido como un niño abandonado
y nunca más puedas borrarme
de tu mente, de tu alma y tu pasado
y te arrepientas de haberte ido
te arrepientas como nunca nadie lo hizo antes
y me visites en la tumba con la culpa entre las manos
y yo en la foto te sonría y te diga
hasta siempre, mi amor, hasta siempre
me pregunto
¿qué hacés acá con los pies en la tierra, si no estás acá
y no estás tampoco en ninguna otra parte?
no entiendo ni puedo imaginar siquiera
qué es lo que pasa por los renglores rayos x
que tenés en tu cabeza de magnetismo cuadrado
cuando hay un ruido externo que hace pum
y te hace acelerar los latidos
entonces pienso,
siempre pienso como si fuera alguien pensante
y de pronto sé que no soy pensante
y que ni siquiera sé que es lo que pienso,
pero al fin y al cabo, pienso
que tus actos lechuga me tienen bastante harta
que tu boca dice más de lo que tengo ganas
y que tus besos no dicen nada porque no son besos
son culpas acumuladas rellenas de un cariño chato
son intentos de un olvido que poco te hace olvidarte
y yo me aburro porque no sé
de dónde saliste ni a dónde fue que fuimos ni a dónde vamos
y por qué estás acá si estás cogiéndote a la otra.
y no estás tampoco en ninguna otra parte?
no entiendo ni puedo imaginar siquiera
qué es lo que pasa por los renglores rayos x
que tenés en tu cabeza de magnetismo cuadrado
cuando hay un ruido externo que hace pum
y te hace acelerar los latidos
entonces pienso,
siempre pienso como si fuera alguien pensante
y de pronto sé que no soy pensante
y que ni siquiera sé que es lo que pienso,
pero al fin y al cabo, pienso
que tus actos lechuga me tienen bastante harta
que tu boca dice más de lo que tengo ganas
y que tus besos no dicen nada porque no son besos
son culpas acumuladas rellenas de un cariño chato
son intentos de un olvido que poco te hace olvidarte
y yo me aburro porque no sé
de dónde saliste ni a dónde fue que fuimos ni a dónde vamos
y por qué estás acá si estás cogiéndote a la otra.
19 oct 2010
18 oct 2010
el amor y el olvido en cuatro vestidos
la melancolía tiene forma de bala
es compulsiva
y no deja de disparar
hasta el lugar
más recóndito de mí
escucho melodías
que casi me hacen llorar
y siento que afuera hace
más frío del que hace
mi registro temporal dice
que hace cuatro años, cuatro
que fue seis meses
después de los otros cuatro
que yo te amé
y me amaste tanto
que faltaste a tus urgencias
y me abrazaste
caminábamos el sábado
en el parque
y te recordé, te reíste
me besaste también y te dije
éste es el vestido rayado
de la última vez
que me amaste así
urgente, como hace cuatro
te confieso que podría
ya nunca más volver a verte
y saber que no voy a morirme
ni voy a matarme, no
aún así de a momentos capto
vagamente que no sé por qué
pero te extraño
y vos festejas otro cumpleaños
abrazado a su cintura
es compulsiva
y no deja de disparar
hasta el lugar
más recóndito de mí
escucho melodías
que casi me hacen llorar
y siento que afuera hace
más frío del que hace
mi registro temporal dice
que hace cuatro años, cuatro
que fue seis meses
después de los otros cuatro
que yo te amé
y me amaste tanto
que faltaste a tus urgencias
y me abrazaste
caminábamos el sábado
en el parque
y te recordé, te reíste
me besaste también y te dije
éste es el vestido rayado
de la última vez
que me amaste así
urgente, como hace cuatro
te confieso que podría
ya nunca más volver a verte
y saber que no voy a morirme
ni voy a matarme, no
aún así de a momentos capto
vagamente que no sé por qué
pero te extraño
y vos festejas otro cumpleaños
abrazado a su cintura
16 oct 2010
sabiduría: llevame contigo
Aprender a mirar con otros ojos
lejos de los míos
y ver un mundo más allá de lo que miro.
Encontrar motivos,
a pesar de las más de mil razones
que tengo para no encontrarlos.
Sembrar donde no hay nada
pero debe haber frutos
(estoy segura que debe haberlos).
Escuchar el silencio que flota en el aire
y palpar la nada
mucho más que el sordo ruido.
Armar el bolso,
guardar lo que quiero llevarme...
y dejar lo que sé que no puedo tener conmigo.
¿A dónde viajar, con el alma estancada?
14 oct 2010
13 oct 2010
princesa ¿de qué palacio?
No sé que día fue exactamente, pongamos que fue el día cero. Me desperté y antes de que pudiera verme supe que tenía otra cara y otra piel. Me miré las manos y tampoco eran las mismas. Ya no había rastros de algo anterior, no había trabajos, caricias, dibujos ni golpes. Eran manos nuevas, blancas, suaves. Brillaban como un espejo y tenían la textura de un algodón. Eran mías, igual que las otras manos, llenas de daños y de sueños que ya no estaban. Mi pelo se aclaró y mis ojos ya no son los míos, recuerdo que pensé, son transparentes ahora, apenas veo las secuelas de lo que fuera una imagen. ¿No veo o veo todo diferente?, pensaba y no hallaba respuesta alguna. Quizás era yo misma y no podía verme. No entendía que pasaba. No fue miedo, fue desesperación por la incertidumbre de saberme distinta siendo yo misma en un cuerpo que era mío pero que ya no era mi cuerpo. Estaba desnuda, tapada con una sábana de hilo fino blanco, que tenía un bordado color piel. Me dio frío, hacía frío en esa habitación, era un frío atérmico, cálido, absolutamente extraño.
Miré a mis costados. Una mesa de luz me esperaba con grandes anillos rebalsados de diamantes y una gargantilla haciendo juego. Más atrás, un vestidor, terriblemente elegante, del cual colgaba una percha con un vestido rosado de seda y encaje.
Me levanté y pisé cada centímetro con la cautela de quien desconoce. Mi andar se volvió liviano y sentía que un haz de luz me atravesaba la cabeza. ¿Esto era la felicidad, un cuento, un chiste de mal gusto o qué estaba pasando?
Abrí las cortinas de la habitación y percibí que afuera hacía calor. Era un afuera que no pertenecía a ese adentro. La ventana se volvió un abismo y todo aquello era impalpable. Un sol radiante se esparcía en cada rincón del parque. Los niños jugaban, se oía uno, dos, tres, cuatro, pica mi amigo, cuenta el otro, no cuento yo. Unos lloraban con las rodillas y codos llenos de sangre, las madres los limpiaban con servilletas de papel. Los perros se apareaban, los sin nombre dormían en los bancos, en los árboles, en el cordón de la vereda. Una niñera dibujaba una rayuela, unas viejitas tomaban mate y reían púberes enamorados haciendo un picnic.
Yo quería estar ahí, quería ser como ellos. No quería reposar en una cama antigua, no quería ser de la realeza, no quería. Quería manchar mis pantalones con barro y tener astillas en los dedos, comer pochoclos aunque hicieran mal y pelearme por la hamaca a los gritos con cualquiera de esas nenas. No quería tener mi propia hamaca, ni una dieta protocolar y mucho menos quería tener tantas camas como para no saber jamás que se siente arroparse con una bolsa de dormir. No quería anillos, ni gargantillas, quería ponerme collares de madera y pañuelos en la cabeza y ser ridícula si eso lo ameritaba. Quería una mamá que me limpie y no cien amas de llaves que masajeen mi corazón.
Pero yo era princesa. Ese día, el día que desperté en esa habitación, era princesa. No podía pensar porque mis pensamientos tampoco eran míos. Hay que pensar al revés, me dije, ¿qué no haría nunca ahora? Ser princesa. Eso quería ser yo, antes, princesa. Retrocedí y acudió a mí un fragmento del pasado como en una película de ciencia ficción.
Estaba en casa, en mi departamentito de tres ambientes, con mi mamá a los gritos haciendo la comida y mis hermanos peleando por el jueguito de la computadora. Mi papá estaba durmiendo, mirando tele o no estaba, quién sabe. Yo estaba enamorada de alguien que no estaba enamorado de mí. Mis amigos no eran ideales, eran amigos y eso estaba bien. Pero yo quería cambiar mi vida. Desesperada, recurrí a un viejo truco de señoras aburridas: llamé a la doña, esa mujer de velas y gatos negros que todos conocen y pocos nombran. Encontré su número teléfonico en la guía mensual del barrio, después de revolver el revistero del living, el de la habitación y hasta el del baño. Le pedí urgentemente una cita. Cien pesos, dijo, sólo la consulta, el resto lo arreglamos cuando escuche tu caso. Tu caso, eso me sonó gravísimo, me sentí en la Corte de Justicia o en un hospital a punto de entrar en coma. Días después me encontraba frente a ella, cabizbaja, como quien no quiere la cosa. Temí por mí, pero ya no había vuelta atrás. Susurré: Quiero ser princesa. Me gritó: Pendeja, hablá más fuerte que de un oído no escucho y en el otro tengo audífono, viste. En ese momento dejé de creerle, pero ahí estaba, con el billete violeta en la mano y nada que perder. Le dije, confiada: Quiero ser princesa, quiero largar todo a la re puta mierda y ser princesa.
Me encontré después así, siendo alguien quien yo no era, rodeada de cosas ajenas a mí. Con otro cuerpo, otro pelo, otra piel. No era yo, era un holograma de alguien que podría ser yo misma disfrazada de mí, pero no era yo. Esa no era mi identidad. Tenía brillos y muchas mucamas esperándome allá abajo, seguramente con tés de arándanos y frutos traídos del fin del mundo especialmente para mí. Habría tal vez un príncipe con cara de cuento de hadas, pero yo no lo amaba y no iba a amarlo jamás: en su perfección estaba el principio de mi desgracia. Su caballo blanco no era lo que es una bici pinchada traída a cuestas y sus criados no son jamás lo que mis amigos. No quería compartir con ellos mis cenas y fiestas de gala, mejor es un asado, unos fideos con tuco, una birrita con los pibes en una fiesta, la que venga, o en la calle misma, al borde de la autopista.
Me senté en el piso, junté fuerzas, respiré hondo, y dije al aire: Llevame a mi vida.
Ahora estoy acá, en mi casa mientras mi vieja cocina, mis hermanos pelean y mi viejo duerme o se queja de algo. Mis amigas me llaman con escándalos amorosos que no dan respiro y el amor de mi vida, honestamente, no tengo la menor idea en donde está. Pero me miro al espejo y soy yo, tengo mi cara, con una piel no tan perfecta, pero es mía. Mi pelo, mis ojos, mi cuerpo, todo es mío. Mis manos están como pueden, un poco vendadas, con las uñas mal pintadas y anillos que lejos están de rebalsar diamantes, pero sus rasguñitos tienen historia y me hacen feliz.
Moraleja: Nunca trates de dejar de ser quien eres y mucho menos pagues por ello (después te va a costar más caro).
Miré a mis costados. Una mesa de luz me esperaba con grandes anillos rebalsados de diamantes y una gargantilla haciendo juego. Más atrás, un vestidor, terriblemente elegante, del cual colgaba una percha con un vestido rosado de seda y encaje.
Me levanté y pisé cada centímetro con la cautela de quien desconoce. Mi andar se volvió liviano y sentía que un haz de luz me atravesaba la cabeza. ¿Esto era la felicidad, un cuento, un chiste de mal gusto o qué estaba pasando?
Abrí las cortinas de la habitación y percibí que afuera hacía calor. Era un afuera que no pertenecía a ese adentro. La ventana se volvió un abismo y todo aquello era impalpable. Un sol radiante se esparcía en cada rincón del parque. Los niños jugaban, se oía uno, dos, tres, cuatro, pica mi amigo, cuenta el otro, no cuento yo. Unos lloraban con las rodillas y codos llenos de sangre, las madres los limpiaban con servilletas de papel. Los perros se apareaban, los sin nombre dormían en los bancos, en los árboles, en el cordón de la vereda. Una niñera dibujaba una rayuela, unas viejitas tomaban mate y reían púberes enamorados haciendo un picnic.
Yo quería estar ahí, quería ser como ellos. No quería reposar en una cama antigua, no quería ser de la realeza, no quería. Quería manchar mis pantalones con barro y tener astillas en los dedos, comer pochoclos aunque hicieran mal y pelearme por la hamaca a los gritos con cualquiera de esas nenas. No quería tener mi propia hamaca, ni una dieta protocolar y mucho menos quería tener tantas camas como para no saber jamás que se siente arroparse con una bolsa de dormir. No quería anillos, ni gargantillas, quería ponerme collares de madera y pañuelos en la cabeza y ser ridícula si eso lo ameritaba. Quería una mamá que me limpie y no cien amas de llaves que masajeen mi corazón.
Pero yo era princesa. Ese día, el día que desperté en esa habitación, era princesa. No podía pensar porque mis pensamientos tampoco eran míos. Hay que pensar al revés, me dije, ¿qué no haría nunca ahora? Ser princesa. Eso quería ser yo, antes, princesa. Retrocedí y acudió a mí un fragmento del pasado como en una película de ciencia ficción.
Estaba en casa, en mi departamentito de tres ambientes, con mi mamá a los gritos haciendo la comida y mis hermanos peleando por el jueguito de la computadora. Mi papá estaba durmiendo, mirando tele o no estaba, quién sabe. Yo estaba enamorada de alguien que no estaba enamorado de mí. Mis amigos no eran ideales, eran amigos y eso estaba bien. Pero yo quería cambiar mi vida. Desesperada, recurrí a un viejo truco de señoras aburridas: llamé a la doña, esa mujer de velas y gatos negros que todos conocen y pocos nombran. Encontré su número teléfonico en la guía mensual del barrio, después de revolver el revistero del living, el de la habitación y hasta el del baño. Le pedí urgentemente una cita. Cien pesos, dijo, sólo la consulta, el resto lo arreglamos cuando escuche tu caso. Tu caso, eso me sonó gravísimo, me sentí en la Corte de Justicia o en un hospital a punto de entrar en coma. Días después me encontraba frente a ella, cabizbaja, como quien no quiere la cosa. Temí por mí, pero ya no había vuelta atrás. Susurré: Quiero ser princesa. Me gritó: Pendeja, hablá más fuerte que de un oído no escucho y en el otro tengo audífono, viste. En ese momento dejé de creerle, pero ahí estaba, con el billete violeta en la mano y nada que perder. Le dije, confiada: Quiero ser princesa, quiero largar todo a la re puta mierda y ser princesa.
Me encontré después así, siendo alguien quien yo no era, rodeada de cosas ajenas a mí. Con otro cuerpo, otro pelo, otra piel. No era yo, era un holograma de alguien que podría ser yo misma disfrazada de mí, pero no era yo. Esa no era mi identidad. Tenía brillos y muchas mucamas esperándome allá abajo, seguramente con tés de arándanos y frutos traídos del fin del mundo especialmente para mí. Habría tal vez un príncipe con cara de cuento de hadas, pero yo no lo amaba y no iba a amarlo jamás: en su perfección estaba el principio de mi desgracia. Su caballo blanco no era lo que es una bici pinchada traída a cuestas y sus criados no son jamás lo que mis amigos. No quería compartir con ellos mis cenas y fiestas de gala, mejor es un asado, unos fideos con tuco, una birrita con los pibes en una fiesta, la que venga, o en la calle misma, al borde de la autopista.
Me senté en el piso, junté fuerzas, respiré hondo, y dije al aire: Llevame a mi vida.
Ahora estoy acá, en mi casa mientras mi vieja cocina, mis hermanos pelean y mi viejo duerme o se queja de algo. Mis amigas me llaman con escándalos amorosos que no dan respiro y el amor de mi vida, honestamente, no tengo la menor idea en donde está. Pero me miro al espejo y soy yo, tengo mi cara, con una piel no tan perfecta, pero es mía. Mi pelo, mis ojos, mi cuerpo, todo es mío. Mis manos están como pueden, un poco vendadas, con las uñas mal pintadas y anillos que lejos están de rebalsar diamantes, pero sus rasguñitos tienen historia y me hacen feliz.
Moraleja: Nunca trates de dejar de ser quien eres y mucho menos pagues por ello (después te va a costar más caro).
10 oct 2010
9 oct 2010
8 oct 2010
no es mi otoño ópera prima, pero es otoño al fin
Miro una fotografía que tengo guardada desde hace un año atrás. Huelo el otoño. Viajo a un parque lleno de nada, de todo, de gente y de sueños. Me dan ganas de tomarme un té o dormitar en el aire con música clásica. De escuchar un concierto de achís de algún resfriado y el crunch de las hojitas cuando se parten. Recuerdo el peso en mis hombros de la manta arropándome algún domingo en el Parque Centenario, recuerdo la feria y el ruido de los artesanos y los pasantes, recuerdo el camino de piedras donde tantas veces reí a carcajadas o lloré como una tonta. Siento la brisa helada de la seis de la tarde como si estuviera ahora golpeándome el rostro, siento el mate calentándome las manos, el abrazo de despedida, "chicas, nos vemos mañana en el colegio" y la pateada de cada una hacia su regreso.
Dice una canción que escuchaba antes, mucho, que a veces las dudas nos tapan el sol como nubes de otoño. Pensaba en mis dudas otoñales, con mucho más cuerpo que cualquier otra duda: se me hacen carne, se vuelven existencialismo. Pienso en las miles de vueltas a casa, en los miedos, en el destino. En esa luz en el aire y las sombra en el alma, que hacen de mis otoños un mundo feliz y vacío.
7 oct 2010
somatic mambos
dije: voy a ponerme las pilas
no puedo ser así
de irresponsable
entonces saqué turnos con los médicos
y me desbordaron recordatorios de las manos
como si fueran dólares después
de un asalto bancario
o cartones de bingo de dos pesos
en una peña de viejos aburridos
la dermatóloga me dio
el verrutopic mágico
que deja las verrugas verdes
y después se hacen negras
hasta que se cae la piel por trozos
y el ácido arde hasta morirse
dijo después
probá con la curandera
a un paciente le sirvió
pero hay que creer, viste
me mandó el gastroenterólogo
a hacerme una endoscopía
para mirar qué hay en mi estómago
a través de una cámara
que viaja desde un tubo por la boca
y me hizo una orden para que haga
análisis de sangre por doquier
de celiaquismo, de anemia, de cualquier cosa
que pueda llamarse chequeo
antes de ser algo terrible
me dijo después
electrocardiograma
a ver que tal andan esos pagos
y si estoy apta para que pongan la anestesia
o tengo riesgo quirúrgico
y tengo urgencia de hacer
una visita a la señora ginecóloga
para que me diga lo que dicen siempre
o me mande al endocrinólogo
para ver qué tan deformes son
mis procesos hormonales
y qué puedo hacer más que tomar
pastillas anticonceptivas
o esperar al mes que viene
o ver si dentro de nueve
abro las piernas y me sale
un chico caminando
4 oct 2010
2 oct 2010
123456789
qué me importa
lo que diga tu numerología
acerca de cómo va a ser mi año
ojalá el tres te diga que
me tomo un tren
y viajo mal sentada
y te cuente el siete
cómo me embriago del calor
mientras los bichos se me pegan en las piernas
porque el ocho los atrajo a mi desgracia
ojalá me lo digas
y yo te maldiga
para mostrarte fotos felices
cuando vuelva
y reírme a carcajadas
de tus números y tus inventos
pasarán los meses
y después
voy a contarte
que fue gracias al nueve puto
que robaron mi cannon cero kilómetro
y conseguí un novio apasionado
porque el cinco derramó energías
y sumado al seis hacen explosiones
fuera de todo cálculo matemático
pero me dejó porque el cuatro dijo
que el uno siempre es uno
y no son dos
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